El abanico ha sido un instrumento muy útil para el coqueteo cuando éste estaba prohibido en público. Para las mujeres acompañadas de su madre o una señorita de compañía, el abanico era un instrumento de comunicación entre dama y caballero. En la corte de Luis XV, rey de Francia, el protocolo prohibió a las damas de la corte abrir sus abanicos en presencia de la reina, a menos que lo utilizaran como bandeja para ofrecerle algún regalo. Hasta 1939, en la Corte de Inglaterra, fue obligatorio su uso para las damas en recepciones y actos oficiales. En España, se convierte en un fiel aliado del coqueteo. Hay abanicos para hombres, pequeños y negros; y más grandes para las mujeres. El lenguaje es como sigue: Cerrar el abanico tocándose el ojo derecho: “¿Cuando podré verte?” Hacer movimientos amenazadores con el abanico cerrado: “No seas tan imprudente” Cubrirse la oreja izquierda con el abanico abierto: “No reveles nuestro secreto” Tocar con el dedo la parte alta del abanico: “Desearía habl